Florentino Díaz

Fresnedillo de Ibor (Cáceres), 1954

Escultor, pintor y grabador español.

De formación autodidacta, en 1978 estudia grabado en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, siendo, sin embargo, los Talleres de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes de Madrid los que marcan su formación. Entre ellos los de Ràfols-Casamada, José Guerrero, Manolo Valdés, Hernández Pijuan y Antonio Saura. Su lenguaje cuidado y sutil, sin más excesos que los necesarios, cobra más fuerza en sus esculturas e instalaciones. Alejado de la iconografía minimalista, es a través de sus estancias en Alemania – Berlín, Hamburgo y Bremen- donde se imbuye de las teorías de Josep Beuys, adquiriendo una idea clara del significado de cuestiones esenciales para su trabajo como son la escala, el peso y la idea. Sus obras se caracterizan por la densidad, son rotundas, opacas, agresivas, y de gran presencia física. Florentino Díaz que dialoga con el entorno, ya sea a través de la obtención de los materiales que precisa en sus proyectos y del soporte ideológico para llevarlos a cabo, de modo que, en sus obras, se refiere sobre todo a la historia anímica y social de su país, desde la contundencia que empieza por los medios utilizados, como las cajas de madera de fruterías o la goma y el acero.

En su larga y fructífera trayectoria, cabe destacar sus numerosos premios, y su paso por la Academia de España en Roma y la Beca de la Fundación Botín. Además, ha presentado su obra en diferentes museos y centros de arte como el CAB de Burgos, MEIAC de Badajoz, Museo Barjola de Gijón, Museo de Cáceres, Circulo BBAA, Espais Centre d´Art Contemporani Girona.

Destacan las exposiciones individuales en la Galería Ángel Romero, Madrid (1988), Galería Emilio Navarro, Madrid (1995), y Galería Max Estrella, Madrid (2000). Galería Maior Pollensa (2001) Galería Formato Cómodo, Madrid (2010) Abierto X Obras, Matadero, Madrid (2015) Galería Fúcares, Almagro (2018) Participó en la Colectiva, El XV Salón de los 16.
Su obra está representada en numerosas colecciones como CGAC (Centro Galego de Arte Contemporáneo), ARTIUM, Colección Testimoni de la Caixa, Fundación Coca-Cola España, Asuntos Exteriores, entre otras.

Recientemente ha sido galardonado con el Primer Premio del Certamen de Pintura y Escultura Antonio López de Pinto.

En Alicante, ha mostrado su trabajo en la Exposición NO-CA-SA (Después del Brexit), organizada en la Sala de Exposiciones Lonja del Pescado, desde el 16 de diciembre al 26 de febrero de 2023. Ayuntamiento de Alicante, Concejalía de Cultura, comisariada por Eduardo Lastres.

Florentino Díaz inicia su trabajo a finales de los años ochenta, cuando nuestro país acababa de entrar en la Comunidad Europea y en la OTAN, un momento en el que asistíamos a importantes cambios en todos los ámbitos, no solo en lo político o en lo social, también en la cultura. Se crearon centros fundamentales como el Reina Sofía, donde pudimos ver una auténtica revisión de las últimas tendencias del arte internacional. Era un momento en el que había que pensar lo que se debía hacer para estar a la altura del arte europeo, del arte mundial.

Florentino se forma en el ámbito práctico y teórico del arte, en los talleres ofrecidos por grandes artistas, invitados a desarrollar talleres y cursos en el Círculo de Bellas Artes, con una cierta distancia de los programas académicos, lo que le lleva a valorar la importancia y el contexto del cambio que urgía como necesario, con la llegada de la democracia. Florentino, con una mente analítica y creativa, se interesa por el germen del nuevo tiempo, involucrándose en estas experiencias, más cercanas a las nuevas perspectivas que se estaban desarrollando en los grandes centros culturales del mundo. Investigaciones y planteamientos que trastocaban los ideales de una sociedad anclada en el pasado. Pero, ¿en qué se diferenciaba esta mirada del arte de la del arte más institucionalizado? En los primeros años de los ochenta, fue fundamental la información sobre los artistas que exponían sus propuestas artísticas en La Documenta de Kassel, y su eco en los nuevos centros que fueron creándose en España, como el IVAM en Valencia, además del Reina Sofía, en Madrid, y el MACBA, en Barcelona. Comenzamos a ver las obras que estaban marcando las pautas de la investigación y la creación artísticas menos dependientes de la tradición. Y, sobre todo, revisamos sus precedentes en las vanguardias, toda una parte de nuestra historia que no se había mostrado en España. Estas exposiciones nos dieron la información para entender nuestro tiempo y los desarrollos artísticos que se iban a producir en los próximos años.

Así mismo, Florentino Díaz viaja a Alemania, con esa necesidad de acceder, en el propio contexto, al conocimiento de la Bauhaus y el pensamiento de Josep Beuys, lo que orientó aún más su visión y dirección creativa hacia una concepción más compleja, conceptual y figurativa, del objeto artístico. Su trabajo se distancia del quehacer de otros artistas que, en ese momento, eran canalizadores del arte que nacía después de los años de silencio, artistas encomiables que realizan una fusión de los recursos depurados por las vanguardias, la geometría, la repetición de la serie y la síntesis. Florentino, partiendo de estos elementos, empieza a jugar con la construcción del espacio, de la figuración orgánica o arquitectónica. Una experimentación que lo lleva de un lugar a otro de la historia contemporánea, con la contaminación constante de influencias y soluciones, para recorrer diferentes caminos, tomando como base el germen de la geometría de las vanguardias rusas, con la que busca la creación de un lenguaje puro, y su experimentación integrada en otros lenguajes, en otros ámbitos del conocimiento, como la arquitectura y la ciudad, la casa, elementos básicos que asumen diferentes significados, dependiendo de sus materiales o instalación en el espacio.
En el proceso de creación de Florentino Díaz podemos apreciar una de las características fundamentales en el arte de la segunda mitad del siglo XX, como la concepción del escultor que comparte la visión del arquitecto. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en la colaboración de Claes Oldenburg, artista plástico, y Frank Ghery, arquitecto, en el museo de Bilbao, el Guggenheim, y su solución escultórica de la arquitectura.

Un ejemplo de cómo el artista utiliza los elementos arquitectónicos con diferentes fines. Desde el simbólico, en los dibujos de Louise Bourgeois, que tanta influencia han tenido en la visión del feminismo. En nuestro país, en la actualidad, encontramos diferentes nombres en esta línea de investigación, en la que la arquitectura, la geometría esencial, es manipulada desde muy distintos materiales y formatos: Txomín Badiola, Pello Irazo, Ángel Bados…. La dimensión, la forma, adopta diferentes mensajes, diferentes visiones, dependiendo del contexto social y cultural, no existe la pureza en el arte, sino la contaminación constante y fructífera.
Florentino se sitúa de manera crítica ante la dimensión conceptual en la obra de arte, que se desarrolla con profusión en las últimas décadas del XX y en el XXI, asumiendo valores sociales, históricos, estéticos, en los elementos formales que de manera aislada son referentes de un concepto de vida. No cabe duda que, en su obra, la investigación formalista tiene una gran importancia, indisoluble del concepto, de la idea, de la imagen y los múltiples significados que confluyen en su tratamiento.
El arte, llamado conceptual, ha sido y sigue siendo en la actualidad una tendencia dominante de la que se han nutrido artistas que, como Florentino, han interpretado el objeto como forma de la idea, analizando, a través de él, la visión de la arquitectura, de la ética y su función, de la estética, la sociología, la política.

Las decisiones de este creador, con respecto a la visión de la escultura, se dirigen en contra de determinados criterios que acatan aspectos ya periclitados. En su obra se aventura por los nuevos conceptos que nos remiten a la pérdida de peso y la invalidación de la peana, superflua, decorativa, puro mueble sin funcionalidad artística. Florentino Díaz, ya desde sus inicios, nos plantea unas obras en las que la aparente contradicción de los materiales empleados, como el acero, de brillo rígido y metálico, junto con el caucho, blando y maleable, resuelven una construcción geométrica revisando la idea de mueble, la silla, pero también la de contenedor, la casa, el espacio de la arquitectura, desde la historia que su función nos ha dejado en nuestro inconsciente colectivo. La vivencia de un cubo, del perfil de una casa, dibujo simple de un niño, como un símbolo que encierra una complejidad de sentimientos, seguridades, la unidad. Sus obras se dirigen hacia una visión distinta, necesaria, en un momento en el que se crea un imaginario nuevo del arte español, sin complejos, diferente en cuanto a su base conceptual y figurativa. Materiales de desecho, de derribo, materiales industriales, la varilla de acero, o la puerta de cuarterones, con más de cien años de vida en nuestras casas y habitaciones, configuran nuevos espacios para la percepción de nuestra historia, la que se crea en el hábitat, con los elementos de nuestro refugio y economía doméstica. Una nueva concreción de los valores estéticos de la sociedad española, que fue avalada por la crítica del momento.
Así también su obra bidimensional, basada en las tablas de madera de las cajas de comercialización y transporte de las frutas y verduras, con sus marcas y elementos de propaganda, está muy cercana al pop de Andy Warhol, con sus repeticiones y su calidad plástica. Un trabajo que relaciona con la idea de casa, de no-ca-sa, entre el ser parte de algo o no serlo. Una reflexión que podemos hoy observar en la exposición de su obra que traemos a la Lonja del Pescado de Alicante. La casa se construye con la repetición del logo de una casa comercial de frutas y verduras, la repetición del diseño gráfico, elementos externos de una sociedad de consumo, que envuelven toda una economía, sus ritmos de trabajo, recursos naturales, medios mecánicos. La casa se envuelve de esta piel, se construye con estos elementos. ¿todos tenemos casa? ¿Esta es la casa refugio?

Una parte importante de su trabajo se desarrolla por la vía de la instalación, derivada sin duda de su visión de escultor. A lo largo de su trayectoria expositiva, en los diferentes espacios y centros de arte, Florentino crea realidades formales con la combinación o yuxtaposición de elementos que cumplen entre sí, o por separado, con el sentido de la diferencia dentro de la unidad. Quizás sea esta una de las características fundamentales de su obra. La lana pura de oveja, aplastada contra el somier, el plástico, la puerta de madera maciza, desconchada por el tiempo, mantienen, formando parte de una instalación que nos hablan de un espacio vivido, su distinción como materia, objeto, incluso las letras SUEÑO, creadas con la lana, mantienen su identidad gráfica, simbólica, más allá de la materialidad de la lana. Pero todo junto configura una imagen que retrata una tradición, es más, una crítica de nuestra tradición y de los caminos de la modernidad, a través de cómo concebimos esos materiales, su función en la actualidad, función emocional.
Sin duda, en estos momentos, el material empleado en la escultura es importante, pero, sobre todo, lo es su cuestionamiento. Un planteamiento que instaura una amplia apertura en la que tienen cabida diferentes líneas de trabajo basadas en la libertad de pensamiento y acción, sin sometimientos a esquemas rígidos de trabajo, o a las directrices que cíclicamente nos imponen los programas de los centros de arte, museos, Escuelas de Bellas artes, sus teóricos y filósofos del arte, que justifican la experimentación artística en una correlación de arte y vida, intuición y ciencia.

En la interpretación del arte en la actualidad, tanto en su análisis como en la creación, el artista se encuentra con un amplio imaginario en el que se desarrollan multitud de ideas contrapuestas, lo que genera nuevos principios para la creación, también en el análisis del concepto, presente en toda imagen y en todo tipo de arte, pero en un ambiente de libertad controlada por el interés de descubrir parámetros, ámbitos, en los que antes ni siquiera se había pensado.

Podríamos discutir cuál es la interpretación que se hace del arte actual, desde los cánones establecidos por los que se consideran dentro de la modernidad. Lo que es claro es que, en muchos casos, sus criterios van en contra de la realidad de la creación, por lo que estamos viviendo la difícil convivencia de la diversidad propia del ejercicio del arte. Así artistas como Florentino Díaz se debaten en este escenario, buscando la esencia del acto creativo y su singularidad, destacándose como creador del siglo XXI. El artista realiza una labor continua de contraste que da una distinta versión del acto creativo, lo que identificamos con el signo de nuestro tiempo: la necesidad de explicitar las diferencias que poseen hoy en día los autores, frente al automatismo y la uniformidad. Distintas versiones de la actualidad en el arte que atienden a los diferentes efectos de la modernidad, dando lugar, por su multiplicidad, a una difícil relación del público y la recepción de la creación artística. La lectura del arte se ha convertido, casi exclusivamente, en una cuestión para el análisis de teóricos y filósofos, mientras que el artista, por su cuenta, trata de comunicar la experiencia del ser humano relacionada con su entorno y su época.

Eduardo Lastres.